miércoles, 14 de octubre de 2009

Miraflores
















Miraflores es un palacio. Miraflores es un lugar para la convivencia. Un caramelo urbanístico muy apetecible. Es un hogar para adolescentes con diversos problemas familiares de entre 12 y 17 años. Ha sido un reformatorio, cruz que todavía no se ha quitado, es un centro de menores que se ha convertido en un experimental centro de contención. En su entorno siempre ha sido una piedra en el zapato. Aquí realizan su trabajo vocacional varias personas que hacen la labor de educadores. Su sueño es que los chavales con los que conviven puedan integrarse en la sociedad con totales garantías; una labor dura, muy dura, con grandes altibajos emocionales para poder integrar una vida. Una vida que muchos tratan de asfixiar, a lo mejor sin pretenderlo, simplemente por desconocimiento de la realidad, o por no querer conocerla.

Esta reflexión es tratada en profundidad en el trabajo documental que esta desarrollando el director de cine noreñense Samu Fuentes, en fase de post producción, y que viene a describir el arduo trabajo de los educadores del Centro de Acogida de Menores sito en Noreña y su relación con los chicos y chicas que pasan largos periodos allí. Un trabajo muy poco reconocido pero muy apreciado por los cientos de niños que ahora están en un entorno familiar muy distinto al que tuvieron en su día, y que les ha llevado a pasar su infancia con unos total desconocidos, fuera de su lugar de nacimiento y, como en el caso del marroquí Saíd, llegado en patera desde Marruecos, a un país que no es el suyo. Sus educadores se desviven por ellos, desarrollan un trabajo que no va a la par de la jornada laboral. Los problemas no se quedan en la mesa de trabajo a la hora de regresar a casa, sino que les acompañan hasta allí. Su trabajo se mezcla con su vida y su familia, aunque no quieran, muchas veces condicionándola. El trabajo es duro, gratificante por momentos y frustrante en otros. Algunos de los educadores ya no están conviviendo con ellos, ante los cambios que se avecinan les dieron la oportunidad de pedir traslado y la aceptaron. Los demás conviven desde hace muchos años, algunos más de 20, con personal del centro y por supuesto los muchachos. Es una convivencia total en un entorno propicio para ella, tanto a nivel humano como de espacio.

El lugar donde se desarrolla a diario esta labor se ubica en la finca palaciega de “El Payarón” en el cual se encontraba el famoso roble bajo el cual le agradaba estar a Álvaro Flórez Estrada, “El sabio de Europa”. Alberga el palacio de corte “herreriana”, adosada a él la capilla de San Joaquín, también cuenta con una antigua panera, palomar, piscina y establos. Son solo un puñado de niños y niñas para tal impresionante finca, y esto es aprovechado por algunos para intentar realojar a sus inquilinos en otro lugar, argumentando que “por el dinero que costaba mantenerlos sería más barato pagarles suites en el Hotel Ritz”, a lo que un veterano educador, le replicó: “ Sí, pero lo más importante es la educación”. Con varios pretextos, algunos ridículos y todos ellos con fines lucrativos, que van desde criaderos de ocas, hasta palacio de congresos, pasando por hotel de lujo y por supuesto, un campo de golf, estos chavales son como unos inquilinos molestos a los que una antigua renta impide desalojar.

El centro que hasta hace poco era una casa de acogida, “una casa con las puertas abiertas para entrar y salir”, se ha transformado en un centro de contención. Este centro es el único de su tipo en Asturias y uno de los pocos en España. Y ha empezado con polémica: la Asociación “Identidad para ellos” en el año 2004 denunció celdas de aislamiento en el centro. El presidente de esta demandó al ayuntamiento una inspección que corrobore la ejecución ilegal de la citada obra y mostró su más férrea oposición a estas celdas que tildó como “correctores de conducta” y recordó que el palacio “goza de protección integral por lo que estaría absolutamente prohibida la citada obra”. Por su parte la Consejería de Bienestar Social del Principado confirmó la construcción de las celdas a las que denominó “habitaciones de contención”.
Miraflores por sus características especiales a la vez que humanas y profesionales, es el escogido para acoger a chavales, un poco problemáticos, que no han podido adaptarse en sus distintos centros de acogida. Miraflores será una segunda oportunidad, un centro donde contener los momentos de rebeldía. Para ello ya esta sufriendo algunos cambios; habrá miembros de seguridad las 24 horas, esas “salas de aislamiento”, y un recorte más en la libertad que los chicos hasta ahora disfrutaban. Las puertas ya no estarán abiertas para todos.

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