Álvaro Fuente Fotografía Solidaria
Prohibida la reproducción total o parcial de todas las fotografías sin autorización expresa del autor Álvaro Fuente ©
miércoles, 9 de mayo de 2012
martes, 28 de junio de 2011
lunes, 27 de junio de 2011
jueves, 23 de junio de 2011
martes, 5 de octubre de 2010
Asdecoba Barrio Buenos Aires
El barrio salmantino de Buenos Aires se encuentra en el cinturón de la periferia urbana , “como otros muchos barrios de otras ciudades a lo largo de la geografía española, consecuencia de un tipo de políticas anti sociales”, señala el mismo Emiliano; y donde se concentran no pocos problemas socioculturales, segregación y marginalidad. Aislado de la ciudad por la distancia que la separa y por las barreras físicas como el río Tormes, una
circunvalación, zonas industriales y una vía ferroviaria, casi ha derivado en un gueto: el narcotráfico campa a sus anchas y ha deshumanizado la convivencia. Un pequeño porcentaje de vecinos ha empañado a toda una comunidad de 1.400 habitantes. “Hasta que ellos mismos no se den cuenta que son víctimas, no seremos capaces de salir” reclama Emiliano, baluarte de la lucha contra la droga que le ha valido varias amenazas por parte de los clanes que la comercializan.
Gracias a la creación de una ong promovida por la parroquia del barrio hace ahora 16 años; entre drogas y marginación , se proponen buscar una alternativa al oscuro futuro que les deparaba al barrio, organizando junto a otros colectivos vecinales y un grupo de trabajadores relacionados con el campo de lo social, diversas actividades y programas de desarrollo comunitario, culturales, de atención social u ocupacionales.
La ong Asdecoba -Asociación Desarrollo Comunitario Buenos Aires- aglutina una serie de organizaciones y empresas sociales con la misma finalidad, crear una conciencia social con el empuje de la propia comunidad, desarrollando, fomentando y promoviendo diversas actuaciones e
iniciativas para paliar los problemas existentes, como los derivados por la droga, desempleo, situaciones de riesgo para jóvenes y niños, e incluso la difícil convivencia entre payos y gitanos.
La ludoteca, guardería, taller de confección, tercera edad, educación de calle, escuela de padres, acompañamiento y acogida,
recogida y reciclado,...Estas propuestas, desarrolladas durante un buen puñado de años, han ido acompañadas de distintas denuncias permanentes sobre la difícil situación que viven.
Entre estas iniciativas está Algo Nuevo ,empresa de economía social. en la actividad de cátering; que permite no sólo responder a la necesidad
de empleo sino también asegurar el seguimiento y formación de las personas que prestan sus servicios en la empresa (empleo tutelado), así a lo largo de estos años ha empleado a minusválidos físicos, personas de etnia gitana, inmigrantes, mujeres con cargas familiares,... que en muchos casos han pasado ya al mercado laboral.
Este sacerdote, capellán en la cárcel de Topas, trabaja convencido de la reinserción hasta en su domicilio en el barrio. En la casa del cura se puede encontrar conviviendo a una docena de personas, de historias distintas y difíciles que buscan una segunda oportunidad. Una casa remodelada para dar cabida a muchas personas más de las que para lo que fue construida. Pero aún hay poco espacio. Emiliano, junto con los miembros de la parroquia, se están planteando ampliar en los locales parroquiales el espacio de acogida, “ya que el templo se queda demasiado grande para la treintena de personas que asisten al mismo los domingos, y probablemente nuestra realidad actual nos exige darle más importancia a la experiencia de la acogida a los más excluídos que al propio culto”, puntualiza. Rosa, Pedro, Mamadou o Sasho son algunos de los usuarios de este hogar y todos coinciden que sin el apoyo de Emiliano, al que muchos consideran su única familia, seguramente lo más sórdido de la sociedad les hubiera tragado de nuevo. Por ello, presidiendo el salón comedor hay un cartel que les prohíbe la entrada al barrio “ Son personas que por las razones que sean tienen muy minada la voluntad, y salir al barrio y poder encontrarse con el narcotráfico es una tentación que tenemos que evitar” indica.
Como buen defensor a ultranza contra la injusticia, el tráfico de drogas o la exclusión, este paladín, junto con sus compañeros de organización luchan por una convivencia digna desde la comunidad que pone cuanto tiene al servicio de quienes no han tenido, en la mayoría de los casos, las oportunidades necesarias; y su trabajo, poco agradecido, se ve amenazado
por quienes encuentran negocio en los problemas del vecindario. A pesar de las amenazas, Emiliano no varía su discurso y seguirá reivindicando más atención y efectividad por parte de las Instituciones.
Álvaro Fuente
Publicado en La Nueva España el 23/10/2010
miércoles, 14 de octubre de 2009
Asociación Asturiana de Amigos del Pueblo Saharaui
Pasados ya los meses de verano y los más de trescientos cuarenta niños procedentes de los campamentos de refugiados saharauis vuelven al encuentro de sus familiares. Más de dos meses de integración con familias asturianas han dado para mucho dentro del programa Vacaciones por la Paz organizado por la Asociación Asturiana de Amigos del Pueblo Saharaui.
Estos niños y niñas son los desheredados de su territorio y a la vez embajadores de la causa de su pueblo, a través de ellos dan a conocer su cultura y hacen recordar la situación en la que se encuentran desde hace más de 30 años, cuando el Sahara occidental fue ocupado por Marruecos tras la retirada de España y que supuso para ellos la represión y el exilio, reivindicando desde la Asociación como objetivo fundamental su derecho a volver a ocupar el lugar que les corresponde.
Pero aquí todo es distinto. Las continuas actividades lúdicas y educativas, encabezadas por el delegado saharaui Abdu Mohamed Fadel, a las que se prestaron las familias de acogida, con el fin de hacerles la estancia lo más agradable posible, la calidez prestada y nuestra cultura, les hicieron olvidar toda la escasez que pasan en sus lugares de origen, aunque siempre marcada por la lejanía de sus seres queridos y sus costumbres.
También proporcionan a los niños una asistencia sanitaria especializada de la que no disponen en los campamentos de refugiados. En este sentido se les realizarán diversas revisiones con el fin de detectar y prevenir las posibles carencias sanitarias y nutritivas que padecen estos menores. Además de posibilitarles el perfeccionar el castellano como segunda lengua oficial.
La noreñense Belén Cueva es una de las responsables de la asociación en el centro de Asturias, lleva dieciséis años acogiendo niños y lo considera una experiencia gratamente enriquecedora, aunque sabe que cada año tiene que sacrificarse con su familia para atender bien a los niños. Este año ha tenido a dos: Brahím con doce años, del campamento de Dajla y a Fadah, del campamento 27 de Febrero. Brahím lleva viniendo varios años, y su primera acogida no fue nada reconfortante, la familia lo devolvió a la asociación alegando falta de integración, pero ahora es distinto. En todo el tiempo que lleva con la familia de Belén lo han visto crecer, aunque este año viene mejor que le anterior, pues necesitó ingresar en el Hospital de Oviedo para poder quitarle un tipo de bacteria que le atacaba en las paredes del estómago. Y aunque su peso y estatura no corresponde con los 12 años, si admite mejor los alimentos. En este verano ha crecido dos centímetros y ha cogido cuatro kilos y medio.
Ahora se han ido y volver a la rutina cotidiana sin ellos será difícil para la mayoría de las familias asturianas, muchos de los niños no podrán volver dentro del programa porque el año próximo cumplirán los doce años, edad máxima para ser acogidos, como es el caso de Brahím. Pero está programado a finales de año una visita a los campamentos de refugiados de Tinduf, donde se reencontrarán de nuevo. Belén suele llevar material y algo de dinero para las familias de los niños que ha acogido en todo este tiempo, tiene que prescindir otro año más de las vacaciones con los suyos para poder estar con ellos. Pero vuelve a merecer la pena, su marido y su hijo lo saben y también así lo quieren, dicen que como experiencia es única y ya no entenderían un verano sin los pequeños.
Hay un dicho en el Sáhara: “Quien va al desierto repite porque te engancha”. Belén afirma que lo que le enganchó a ella fue el Pueblo Saharaui y sobre todo la mirada de los niños.
Estos niños y niñas son los desheredados de su territorio y a la vez embajadores de la causa de su pueblo, a través de ellos dan a conocer su cultura y hacen recordar la situación en la que se encuentran desde hace más de 30 años, cuando el Sahara occidental fue ocupado por Marruecos tras la retirada de España y que supuso para ellos la represión y el exilio, reivindicando desde la Asociación como objetivo fundamental su derecho a volver a ocupar el lugar que les corresponde.
Pero aquí todo es distinto. Las continuas actividades lúdicas y educativas, encabezadas por el delegado saharaui Abdu Mohamed Fadel, a las que se prestaron las familias de acogida, con el fin de hacerles la estancia lo más agradable posible, la calidez prestada y nuestra cultura, les hicieron olvidar toda la escasez que pasan en sus lugares de origen, aunque siempre marcada por la lejanía de sus seres queridos y sus costumbres.
También proporcionan a los niños una asistencia sanitaria especializada de la que no disponen en los campamentos de refugiados. En este sentido se les realizarán diversas revisiones con el fin de detectar y prevenir las posibles carencias sanitarias y nutritivas que padecen estos menores. Además de posibilitarles el perfeccionar el castellano como segunda lengua oficial.
La noreñense Belén Cueva es una de las responsables de la asociación en el centro de Asturias, lleva dieciséis años acogiendo niños y lo considera una experiencia gratamente enriquecedora, aunque sabe que cada año tiene que sacrificarse con su familia para atender bien a los niños. Este año ha tenido a dos: Brahím con doce años, del campamento de Dajla y a Fadah, del campamento 27 de Febrero. Brahím lleva viniendo varios años, y su primera acogida no fue nada reconfortante, la familia lo devolvió a la asociación alegando falta de integración, pero ahora es distinto. En todo el tiempo que lleva con la familia de Belén lo han visto crecer, aunque este año viene mejor que le anterior, pues necesitó ingresar en el Hospital de Oviedo para poder quitarle un tipo de bacteria que le atacaba en las paredes del estómago. Y aunque su peso y estatura no corresponde con los 12 años, si admite mejor los alimentos. En este verano ha crecido dos centímetros y ha cogido cuatro kilos y medio.
Ahora se han ido y volver a la rutina cotidiana sin ellos será difícil para la mayoría de las familias asturianas, muchos de los niños no podrán volver dentro del programa porque el año próximo cumplirán los doce años, edad máxima para ser acogidos, como es el caso de Brahím. Pero está programado a finales de año una visita a los campamentos de refugiados de Tinduf, donde se reencontrarán de nuevo. Belén suele llevar material y algo de dinero para las familias de los niños que ha acogido en todo este tiempo, tiene que prescindir otro año más de las vacaciones con los suyos para poder estar con ellos. Pero vuelve a merecer la pena, su marido y su hijo lo saben y también así lo quieren, dicen que como experiencia es única y ya no entenderían un verano sin los pequeños.
Hay un dicho en el Sáhara: “Quien va al desierto repite porque te engancha”. Belén afirma que lo que le enganchó a ella fue el Pueblo Saharaui y sobre todo la mirada de los niños.
Miraflores
Miraflores es un palacio. Miraflores es un lugar para la convivencia. Un caramelo urbanístico muy apetecible. Es un hogar para adolescentes con diversos problemas familiares de entre 12 y 17 años. Ha sido un reformatorio, cruz que todavía no se ha quitado, es un centro de menores que se ha convertido en un experimental centro de contención. En su entorno siempre ha sido una piedra en el zapato. Aquí realizan su trabajo vocacional varias personas que hacen la labor de educadores. Su sueño es que los chavales con los que conviven puedan integrarse en la sociedad con totales garantías; una labor dura, muy dura, con grandes altibajos emocionales para poder integrar una vida. Una vida que muchos tratan de asfixiar, a lo mejor sin pretenderlo, simplemente por desconocimiento de la realidad, o por no querer conocerla.
Esta reflexión es tratada en profundidad en el trabajo documental que esta desarrollando el director de cine noreñense Samu Fuentes, en fase de post producción, y que viene a describir el arduo trabajo de los educadores del Centro de Acogida de Menores sito en Noreña y su relación con los chicos y chicas que pasan largos periodos allí. Un trabajo muy poco reconocido pero muy apreciado por los cientos de niños que ahora están en un entorno familiar muy distinto al que tuvieron en su día, y que les ha llevado a pasar su infancia con unos total desconocidos, fuera de su lugar de nacimiento y, como en el caso del marroquí Saíd, llegado en patera desde Marruecos, a un país que no es el suyo. Sus educadores se desviven por ellos, desarrollan un trabajo que no va a la par de la jornada laboral. Los problemas no se quedan en la mesa de trabajo a la hora de regresar a casa, sino que les acompañan hasta allí. Su trabajo se mezcla con su vida y su familia, aunque no quieran, muchas veces condicionándola. El trabajo es duro, gratificante por momentos y frustrante en otros. Algunos de los educadores ya no están conviviendo con ellos, ante los cambios que se avecinan les dieron la oportunidad de pedir traslado y la aceptaron. Los demás conviven desde hace muchos años, algunos más de 20, con personal del centro y por supuesto los muchachos. Es una convivencia total en un entorno propicio para ella, tanto a nivel humano como de espacio.
El lugar donde se desarrolla a diario esta labor se ubica en la finca palaciega de “El Payarón” en el cual se encontraba el famoso roble bajo el cual le agradaba estar a Álvaro Flórez Estrada, “El sabio de Europa”. Alberga el palacio de corte “herreriana”, adosada a él la capilla de San Joaquín, también cuenta con una antigua panera, palomar, piscina y establos. Son solo un puñado de niños y niñas para tal impresionante finca, y esto es aprovechado por algunos para intentar realojar a sus inquilinos en otro lugar, argumentando que “por el dinero que costaba mantenerlos sería más barato pagarles suites en el Hotel Ritz”, a lo que un veterano educador, le replicó: “ Sí, pero lo más importante es la educación”. Con varios pretextos, algunos ridículos y todos ellos con fines lucrativos, que van desde criaderos de ocas, hasta palacio de congresos, pasando por hotel de lujo y por supuesto, un campo de golf, estos chavales son como unos inquilinos molestos a los que una antigua renta impide desalojar.
El centro que hasta hace poco era una casa de acogida, “una casa con las puertas abiertas para entrar y salir”, se ha transformado en un centro de contención. Este centro es el único de su tipo en Asturias y uno de los pocos en España. Y ha empezado con polémica: la Asociación “Identidad para ellos” en el año 2004 denunció celdas de aislamiento en el centro. El presidente de esta demandó al ayuntamiento una inspección que corrobore la ejecución ilegal de la citada obra y mostró su más férrea oposición a estas celdas que tildó como “correctores de conducta” y recordó que el palacio “goza de protección integral por lo que estaría absolutamente prohibida la citada obra”. Por su parte la Consejería de Bienestar Social del Principado confirmó la construcción de las celdas a las que denominó “habitaciones de contención”.
Miraflores por sus características especiales a la vez que humanas y profesionales, es el escogido para acoger a chavales, un poco problemáticos, que no han podido adaptarse en sus distintos centros de acogida. Miraflores será una segunda oportunidad, un centro donde contener los momentos de rebeldía. Para ello ya esta sufriendo algunos cambios; habrá miembros de seguridad las 24 horas, esas “salas de aislamiento”, y un recorte más en la libertad que los chicos hasta ahora disfrutaban. Las puertas ya no estarán abiertas para todos.
Esta reflexión es tratada en profundidad en el trabajo documental que esta desarrollando el director de cine noreñense Samu Fuentes, en fase de post producción, y que viene a describir el arduo trabajo de los educadores del Centro de Acogida de Menores sito en Noreña y su relación con los chicos y chicas que pasan largos periodos allí. Un trabajo muy poco reconocido pero muy apreciado por los cientos de niños que ahora están en un entorno familiar muy distinto al que tuvieron en su día, y que les ha llevado a pasar su infancia con unos total desconocidos, fuera de su lugar de nacimiento y, como en el caso del marroquí Saíd, llegado en patera desde Marruecos, a un país que no es el suyo. Sus educadores se desviven por ellos, desarrollan un trabajo que no va a la par de la jornada laboral. Los problemas no se quedan en la mesa de trabajo a la hora de regresar a casa, sino que les acompañan hasta allí. Su trabajo se mezcla con su vida y su familia, aunque no quieran, muchas veces condicionándola. El trabajo es duro, gratificante por momentos y frustrante en otros. Algunos de los educadores ya no están conviviendo con ellos, ante los cambios que se avecinan les dieron la oportunidad de pedir traslado y la aceptaron. Los demás conviven desde hace muchos años, algunos más de 20, con personal del centro y por supuesto los muchachos. Es una convivencia total en un entorno propicio para ella, tanto a nivel humano como de espacio.
El lugar donde se desarrolla a diario esta labor se ubica en la finca palaciega de “El Payarón” en el cual se encontraba el famoso roble bajo el cual le agradaba estar a Álvaro Flórez Estrada, “El sabio de Europa”. Alberga el palacio de corte “herreriana”, adosada a él la capilla de San Joaquín, también cuenta con una antigua panera, palomar, piscina y establos. Son solo un puñado de niños y niñas para tal impresionante finca, y esto es aprovechado por algunos para intentar realojar a sus inquilinos en otro lugar, argumentando que “por el dinero que costaba mantenerlos sería más barato pagarles suites en el Hotel Ritz”, a lo que un veterano educador, le replicó: “ Sí, pero lo más importante es la educación”. Con varios pretextos, algunos ridículos y todos ellos con fines lucrativos, que van desde criaderos de ocas, hasta palacio de congresos, pasando por hotel de lujo y por supuesto, un campo de golf, estos chavales son como unos inquilinos molestos a los que una antigua renta impide desalojar.
El centro que hasta hace poco era una casa de acogida, “una casa con las puertas abiertas para entrar y salir”, se ha transformado en un centro de contención. Este centro es el único de su tipo en Asturias y uno de los pocos en España. Y ha empezado con polémica: la Asociación “Identidad para ellos” en el año 2004 denunció celdas de aislamiento en el centro. El presidente de esta demandó al ayuntamiento una inspección que corrobore la ejecución ilegal de la citada obra y mostró su más férrea oposición a estas celdas que tildó como “correctores de conducta” y recordó que el palacio “goza de protección integral por lo que estaría absolutamente prohibida la citada obra”. Por su parte la Consejería de Bienestar Social del Principado confirmó la construcción de las celdas a las que denominó “habitaciones de contención”.
Miraflores por sus características especiales a la vez que humanas y profesionales, es el escogido para acoger a chavales, un poco problemáticos, que no han podido adaptarse en sus distintos centros de acogida. Miraflores será una segunda oportunidad, un centro donde contener los momentos de rebeldía. Para ello ya esta sufriendo algunos cambios; habrá miembros de seguridad las 24 horas, esas “salas de aislamiento”, y un recorte más en la libertad que los chicos hasta ahora disfrutaban. Las puertas ya no estarán abiertas para todos.
jueves, 30 de julio de 2009
ONG Padrinos Asturianos: Barrio Oviedo
“Barrio Oviedo” es el título de un proyecto documental en el que quizás sea un personaje más, o una disculpa. Pero sí es el punto de partida para mostrar testimonialmente el trabajo empezado por José Pérez en la ajetreda ciudad de Cali, en el fértil Valle del Cauca, hace 60 años, mientras trabajaba primero como capellán y después como director de Relaciones Humanas y Sociales para un ingenio azucarero. Pérez, ahora con 83 años, había estudiado el comportamiento psicológico y sociológico de los empleados de la factoría. Sabía que deberían tener cierto decoro social para rendir más y mejor en sus trabajos y que se debería empezar por construirles una vivienda digna. Así con la colaboración de la empresa, de la Hermandad Obrera, también fundada por él, y de lo empleados, hoy dueños de las casas, construye un barrio para los 72 trabajadores más humildes. Un barrio de anchas calles y casas de planta baja con pequeña antojana situado en El Cerrito, a 40 minutos de Cali. Y con una particularidad en la que siempre hace hincapié: están construidas según las exigencias de la Convención de Bruselas de 1927, en la que decía, “que la vivienda del trabajador debe estar cerca pero fuera de las empresas y tener un pequeño huerto…”. Bajo el peso de esa idea lo construyó junto con sus hoy habitantes, aparte de para “desestresarse, botar corriente” y como una fuente más de ingresos. Estos huertos eran de entre 500 y 800 metros cuadrados y no era de extrañar encontrarse con un variopinto abanico de árboles frutales, hortalizas, verduras, incluso todo tipo de animales, siendo los cerdos, corderos y pollos los más habituales. En ese terreno dejó de edificar un lote, para cuando fuera posible, construir en él un Centro Asistencial y Cultural. Lo logró. Hace cuatro años y gracias al Ayuntamiento de Oviedo y a la Obra Social de Cajastur, pudo construir un gran centro con consultorio médico y odontológico, guardería infantil, entre otros servicios.
Hoy, en las calles del barrio Oviedo apenas quedan un puñado de aquellas casas intactas. Esas familias fueron creciendo y con ellas su vivienda. Muchas casas han doblado la altura y han dividido su huerto para que sus hijos construyeran sus hogares. Casi todos trabajan en el ingenio azucarero igual que lo hicieron sus padres, y la gran mayoría ya no como corteros de caña como ellos, sino trabajando como mandos intermedios gracias a sus estudios en el Centro de Formación Integral Providencia, construido por Jose Pérez y aquellos obreros junto a la Hermandad Obrera, justo enfrente del Oviedo colombiano.
El centro educacional surge hace más de 45 años, cuando se dio cuenta del verdadero problema en el Valle del Cauca y en el resto de países latinos: la falta de educación. Un cortero le dijo un día “Padre Pérez, no se preocupe por nosotros porque ya no hay remedio, mire si puede por nuestros hijos que no corran la misma perra suerte”. Los primeros beneficiarios del centro fueron esos hijos de los trabajadores de la azucarera, hoy trabajan con casi 4000 niños de todo el Valle y el sistema del centro, del que dicen el mejor en formación de líderes de desarrollo social y humano de Latinoamérica, ha sido implantado con gran éxito en países como Perú y Ecuador. El gobierno le condecoró por este trabajo educativo con la medalla Camilo Torre.
Pero al jubilarse y regresar a España sigue con el alma inquieta, necesita trabajar más por la infancia colombiana y funda Padrinos Asturianos. Una ong con sede en la capital asturiana y cuyo objetivo es apadrinar al mayor número posible de niños desamparados manteniéndoles un seguimiento y compromiso hasta reinsertarlos en la sociedad. Para ello cuentan con la Fundación Padrinos Asturianos en Cali, con un gran grupo de voluntarios que realizan los trabajos necesarios con las instituciones colaboradoras y las familias de los pequeños.
En el documental, Pérez visita a alguno de los 700 niños, de escasos recursos que la ong tiene apadrinados en la ciudad, entre los 5 y los 18 años atendidos debido al peligro que corren por causa de la drogadicción, el pandillaje, sicariato y diversas manifestaciones delictivas a las cuales se ven enfrentados. En el entorno suele haber, además, alto índice de mortalidad de jóvenes entre los 12 y los 25 años, comercio de armas, desempleo, analfabetismo, violencia familiar, prostitución y falta de condiciones adecuadas de vivienda. Para documentar esta parte, el trabajo se realizaba codo con codo con instituciones colaboradoras de Padrinos Asturianos como Manos Providentes, Funhimad, Formemos, ... En barrios denominados “calientes” como Siloé, El Retiro en Aguablanca, Terrón Colorado o el Jarillón, zonas donde por razones de seguridad era recomendable entrar con escolta policial. Si bien eran los mismos agentes quienes informaban a las pandillas, que se atravesaban celosos pero con cierta curiosidad, quien era el Padre Pérez y la labor que allí desarrollaba, manifestándose en ellos un ápice de respeto por él.
La mayoría de estos barrios son lo que llaman “invasiones”: asentamientos originados a lo largo de los años por la llegada al extrarradio de la ciudad de gente que busca oportunidad en la gran ciudad o desplazados por el conflicto armado. Son las zonas más pobres y necesitadas de la ciudad, los padres que pueden trabajar son los llamados informales, como vendedores ambulantes o recicladores de basura, que implica dejar solos a sus hijos.
Grave es la situación en el distrito de Aguablanca, donde la organización tiene casi un centenar de niños apadrinados, es uno de los lugares más poblados de la ciudad de Cali. Se caracteriza por el bajo nivel de la calidad de vida de sus habitantes y por un alto índice de violencia. Allí vive un buen número de personas afrocolombianas y llega mucha población desplazada. La adecuación de infraestructura urbana, es decir, la pavimentación de vías y la construcción de la vivienda son actividades realizadas por las mismas comunidades desplazadas y destechadas, que se han organizado para ello. El constante marginamiento se acompaña de un vacío institucional. Hoy la situación de violencia está marcada por la incursión de grupos paramilitares de derecha y de las FARC, de izquierda. Y también por la conformación de pandillas y de bandas de crimen organizado, estas últimas con actividades generalizadas en Cali.
El Padre Pérez , regresado hace unas semanas de su Oviedo colombiano, descubrió que a poco más de un kilómetro de su querido barrio surgió, como por generación espontánea, un nuevo barrio de invasión en el que viven en condiciones lamentables un número indefinido de familias: Techo Azul, por el color de los plásticos que cubren sus casas y que tiñe el hogar de ese color. Pérez necesita ayuda y en este momento su ong está haciendo un estudio sociológico sobre ese nuevo barrio para ver cómo poder ayudar, sobre todo a los niños que deambulan por sus inmundas callejuelas con hambre y sin escuela.
http://barriooviedo.blogspot.com/
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